Por: Paola Morales Escobar
Para Adriana Ocampo Senior, ingeniera industrial, con más de 25 años de experiencia en la industria aeroespacial, la sociedad le debe a los niños y niñas la posibilidad de soñar y confiar en que con dedicación y trabajo podrán alcanzar esos sueños. “Las universidades, la industria y el gobierno deben unir esfuerzos y general cambios que impacten en las personas, sobre todo en los más vulnerables”, aseguró.
Esta misma motivación mueve a Viviana Garzón, directora del Instituto UNNO, del Parque Científico de Innovación Social (PCIS) de UNIMINUTO. Por eso, hace dos años no desaprovechó la oportunidad y en una conferencia se le acercó y le contó sobre el Instituto UNNO y su propósito de contribuir con el cierre de brechas educativas a través de la promoción del desarrollo científico, social y pedagógico.
El ímpetu de Viviana no fue en vano. Adriana es ahora miembro del Consejo Superior de UNIMINUTO y desde esta posición aporta con idea, iniciativas y decisiones a la estrategia del Plan de Desarrollo y Plan Operativo del PCIS. También apoya al Instituto UNNO en su quehacer: dicta charlas, talleres y sigue promoviendo sus ideales. La semana pasada estuvo en una charla con más de 250 niños, niñas y jóvenes de la Institución Educativa Distrital (IED) Rafael Bernal de Barrios Unidos, en el marco del proyecto Fortalecimiento de ambientes de Aprendiza con enfoque STEM, un convenio entre UNIMINUTO y la Secretaría de Educación de Bogotá.
En este escenario pudimos entrevistarla y conocer más de sus experiencias, sus sueños de niña, su amor por las ciencias, sus pasiones, pero también de los sacrificios o dificultades que tuvo que sortear para ganarse una beca en Estados Unidos y llegar a ser gerente de Estrategias Globales de Operaciones Técnicas de Boeing Global Services.
¿Qué sueños tuvo de niña?
De niña soñé con llegar a la educación universitaria, porque eso me lo inculcaron en la casa. También tenía mucha curiosidad de entender cómo funcionan las cosas y con el tiempo entendí que eso tenía que ver con la ingeniería. Como mi padre y mi tío son ingenieros me ayudaron a saber qué parte de la ingeniería era la que me gustaba.
Una vez tuvimos una visita dentro de las fábricas donde mi papá trabajaba y observé todo el proceso de los alimentos y me di cuenta de que la ingeniería industrial era la que más se alineaba con mi gusto. Nunca pensé que fuera en la industria aeroespacial donde me desenvolvería profesionalmente, pero 25 años más tarde no me veo trabajando en otra diferente.
¿Se puede combinar lo social con la ciencia y la ingeniería?
Claro que sí. Creo que es muy importante unir la academia, la industria, el gobierno y la sociedad, para generar cambios, que impacten en las personas, sobre todo en las más vulnerables.
En mi caso, llevo 20 años trabajando con la Sociedad de Ingenieros Hispanos, en los Estados Unidos. La Sociedad empezó en Los Ángeles, hace casi 50 años, como una organización meramente profesional, pero en la medida en que crecimos como minoría, nos dimos cuenta de que era importante servir de mentores a los más jóvenes e inspirarlos a entrar a estudiar carreras relacionadas con el enfoque STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática por sus siglas en inglés).
¿Cómo conoció la Sociedad de Ingenieros Hispanos y terminó siendo parte de esta?
En el 2005 una amiga puertorriqueña me invitó a crear un nuevo capítulo profesional de la Sociedad de Ingenieros para ayudar a otros hispanos. Y eso coincidió con que, en ese momento Norma Clayton, mi mentora en Boeing, me aconsejó no hacer el doctorado y más bien dedicar mi tiempo a ayudar a la comunidad.
Por las oportunidades que he tenido decidí aportar y ayudar a abrir las puertas a quienes vienen detrás. Claro, las cosas no pasan por si solas: hay que estudiar, prepararse, nada te lo regalan. Un año después, en el 2006 me postulé a la Junta Directiva y desde ese entonces hemos abierto capítulos en Indianápolis, Detroit y nos unimos al de Chicago.
¿Cuál era y es la situación de estos jóvenes hispanos?
En ese momento, sus padres no habían ido a la universidad o no habían terminado el colegio, por eso nuestro propósito era y es servirles de mentores y modelos a seguir. Entonces, creamos capítulos profesionales en las universidades para apoyarlos y lograr que terminen sus estudios. Cuando crecimos a nivel universitario, comenzamos a ayudarlos a conectarse con la industria para que pudieran conseguir un buen trabajo. Esa fue la manera de incursionar en las mentorías, conectar con las empresas e ir creando ese ecosistema.
Con este programa he ido a los colegios a dar conferencias o charlas, especialmente a las mujeres. Quiero que las niñas y las mujeres jóvenes vean en mi un modelo de mujer hispana que ha logrado cumplir sus metas e incursionar en una industria como la aeroespacial. Quiero que sepan que sus sueños si se pueden cumplir, que pueden apostarle al rol de mujer científica o gerente.
¿Qué tan importante son las mentorías?
Las mentoras o mentores guían a los jóvenes en el mundo laboral. En mi caso, he tenido grandes mentoras que me ayudaron a estar en una compañía tan grande como es Boeing, donde en los primeros años sentí mucha presión, porque la empresa había identificado en mi a una persona potencial para crecer.
También he sido y soy mentora de chicos y chicas a través de la Asociación de Ingenieros Hispanos. Dentro de Boeing lo hago de manera formal e informal, porque esta es una de las responsabilidades que tenemos los líderes, la de guiar a quienes vienen detrás de nosotros.
¿Cómo llega ustedes al Consejo Superior del UNIMINUTO?
Viviana Garzón, la directora del Instituto UNNO, me contactó en una conferencia, me contó sobre este proyectos y tiempo después fui invitada a hacer parte del Consejo Superior de UNIMINUTO.
Desde allí se hace una labor muy linda y por eso creo que sí se puede unir la ingeniería con lo social, específicamente con la innovación social. De tal manera que pueda tener un impacto muy grande en la sociedad y llegar a las zonas más vulnerables, porque la educación no es solamente para la gente que tiene dinero. La educación tiene que ir a todos los rincones del país.
¿De qué forma el aprendizaje del enfoque STEM abre horizontes y oportunidades?
A través de la educación STEM podemos abrirle la mente a los niños y niñas para que se enfoquen en el estudio de las ciencias básicas, de las matemáticas y la física. Es muy importante que ellos encuentren ese tipo de roles a muy temprana edad.
En el Instituto UNNO tenemos programas focalizados en los niños, niñas y jóvenes, porque muchos, cuando se vuelven adolescentes empiezan a perder ese amor por las ciencias básicas, especialmente las mujeres. Tenemos que enfocar a las niñas y hacer que se enamoren de estos roles, que los incorporen y se sientan científicas, ingenieras o matemáticas.
¿Qué consejo le daría a quienes trabajan por la educación?
Los profesores juegan un papel súper importante en que los niños y niñas hagan sus sueños realidad. En el Instituto UNNO hemos creado programas específicos para ellos, donde los guiamos a través de la educación STEM. No solo se trata de que nosotros promovamos estos temas en los niños y niñas, sino que dentro de las aulas de clase los profesores entiendan cómo deben impulsar este tipo de educación.
¿Qué le diría a los niños y niñas sobre los obstáculos que hay en el camino para alcanzar los sueños?
Más que obstáculos han sido sacrificios. Primero, el económico, de mis padres, porque estudiar en los Estados Unidos fue una inversión muy grande. El segundo es haberme alejado de mi familia, de los amigos y de mi país. Durante los más de 25 años que he trabajado en Boeing me he movido siete veces de ciudad para poder estar en los diferentes proyectos y crecer en la empresa. Ese ha sido un sacrificio personal muy difícil, porque en cada lugar he tenido que comenzar de nuevo. Todo esto lo he hecho por cumplir mis sueños.
¿En qué nos deberíamos enfocar en Colombia para enfrentar los retos del futuro?
En el Instituto UNNO le estamos apostando a temas del espacio y eso requiere de la colaboración tanto de la academia, como del gobierno y de la industria privada.
Pero hay algo que me preocupa mucho y es que, según las estadísticas de la Secretaría de Educación de Bogotá, 50% de los niños y niñas que se gradúan del colegio no van a la universidad. Entonces, tenemos que enfocarnos en crear un sistema de apoyo para que estos jóvenes tengan acceso a la educación superior y cuando estén ahí no se retiren. Además, ya graduados hay que ponerlos en contacto con las empresas para que descubran sus habilidades y los contraten.
Para aquellos que quieran ser emprendedores, hay que crear programas donde reciban ayuda y puedan sacar su empresa adelante. Solo así estaríamos generando una transformación social.